Se me ha ocurrido que deberíamos rendir un pequeño homenaje a aquellos valerosos aventureros caídos en combate durante nuestras andanzas por La Marca del Este. Esto no incluiría a los muertos y resucitados después, sino más bien a aquellos que se dejaron la vida y el alma durante la aventura.
Y para inaugurar nuestra pequeña capilla particular, rindo un sentido pésame por Piplote, nuestro pícaro que murió en singular combate submarino contra varios tiburones y una saga acuática. Aunque siempre hay quien se beneficia del mal ajeno, pues allí estaba nuestro singular powergamer Manolo para dar buena cuenta de objetos y utensilios de valor que pudiera transportar nuestro intrépido pícaro, que se dejo seducir por los cantos de sirena de su ruin compañero.
Hasta siempre Piplote, tu nombre era señal inequívoca de tu predecible final.
Te recordaremos con cariño, Piplote…
Evidentemente Piplote no supo medir las consecuencias de abandonar el grupo cinco minutos en compañía del powergamer, además quiso huir en pleno combate y se dejó convencer por su compañero para quedarse y morir como un valiente. En agradecimiento su compañero lo rapiñó sin miserias, eso sí, no sin antes hacer un par de burlas sobre el cadaver de Piplote. El mejor momento de la noche, lo dió Manolo cuando roleo a la perfección el gesto de quitar el anillo mágico a su compañero umuerto y ponerlo en su dedo.
INRI
PIPLOTE
Sí, amén de que luego se desentendió a la hora de dar digna sepultura a Piplote. Es más, en un momento de desesperación, cuando las vituallas mermaban en la isla, se le ocurre la peregrina idea de desenterrar a su compañero para utilizar su carcasa de cebo carnaza para atraer a los peces. Gracias a lo dioses, conseguimos hacerle cambiar de parecer.
Y, para colmo de males, nuestro clérigo, abandona la senda del bien y se pone a adorar a Orcus de tapadillo…