En el fondo creo que todos los que nos dedicamos a leer literatura fantástica seguimos buscando en cada nuevo libro al maestro Tolkien. Es más, estoy convencido de que quienes se dedican profesionalmente a la escritura, lo hacen con el referente tolkiano siempre presente. Hasta ahora, ni el aficionado ni el profesional han logrado acercarse a tamaña meta, quedándose en el mejor de los casos en pobres parodias o argumentos escasos de imaginación.
Y por qué digo hasta ahora. Pues porque en los últimos tiempos se está hablando mucho, y bien, de un escritor poco conocido, a pesar de su extensa bibliografía, llamado RR Martin, y de su excelente saga fantástica: “Canción de hielo y fuego”.
Puede que afirmar, como lo hacen algunos críticos, que estamos ante el sucesor de Tolkien sea un poco exagerado. Es cierto que el señor Martin maneja la pluma con soltura y su obra destila un lenguaje propio. Tampoco le falta imaginación y cada nueva página está repleta de sorpresas y giros imprevistos. Y si, por qué no decirlo, hasta ahora es lo mejor que se puede encontrar en el flojo panorama fantástico. Y no es una afirmación baladí. Tanto la crítica especializada como los aficionados coinciden plenamente en que estamos ante algo que se empieza a parecer una buena obra de fantasía épica.
Pero qué encontramos en Canción de hielo y fuego. Desglosar el argumento sería una tarea ingente que está lejos de la intención de esta modesta reseña. Baste saber que la saga se desarrolla en un mundo de intrigas palaciegas y ambiente prebélico. De sorprendentes giros argumentales y donde es difícil diferenciar al héroe del villano. Esto es imposible de encontrar incluso en la literatura convencional, pero el señor Martin hace un manejo de los personajes tan excepcional que casi parecen reales. En el apartado fantástico, nos encontramos en un mundo de magia naciente. Mientras en otras obras de ficción la magia está establecida, o incluso se halla al borde de su desaparición, como pudiera ser en el Señor de los anillos, aquí la magia o lo sobrenatural, es algo aún poco convencional que lentamente está apareciendo en diferentes partes del mundo. Y con magia nos referimos tanto a criaturas sobrenaturales como a hechos de índole inexplicable.
De momento no tenemos un fin claro de la saga, pues el señor RR Martin trabaja sin descanso en nuevos títulos que periódicamente van apareciendo. Según sus propias palabras, ni él mismo conoce el fin de la saga y es difícil precisar de cuántos volúmenes constará una vez concluida. En la actualidad podemos encontrar en las librerías los tres primeros títulos de la obra: “Juego de tronos”, “Choque de reyes” y “Tormenta de espadas». En inglés contamos, además con “A feast for crows (festín de cuervos)”, de inminente aparición en castellano.
Sin desmerecer la critica que has comentado, deberias probar a acercarte a una increible obra fantastica titulada: Jonathan Strange y el señor Norrel.
Durante las primeras doscientas paginas te establece lo que parece ser una ambientacion al mismisimo estilo de dickens donde la magía ha desaparecido y los llamados magos son simples estudiosos de la misma.
Sin embargo, una vez establecida la «ambientación», las viscitudes entre los dos magos verdaderos y los hechos de su tiempo arrastran al lector de una manera impresionante.
Solo tiene una pega: la autora tardo 10 años en escribirlo, y solo pensar que podría tardar otros diez años en escribir otro realmente desespera.
Un saludo
Sin duda lo haré, amigo kano. Tengo que reconocer que desconocía por completo la obra que has señalado, pero en cuanto me haga con un ejemplar haré la pertinente reseña.
Parece ser un hecho común entre los grandes autores de la fantasía tardar décadas en completar sus obras. A Tolkien, si no me equivoco, le llevo quince años completar «El señor de los anillos». George RR Martin ya lleva bastantes con «Canción de hielo y fuego» y aún no se vislumbra el final. Y la que tu mencionas ha tardado diez ños.
Supongo que por eso son grandes. Se dedican por completo a conseguir transmitir al detalle su universo, aunque les cueste media vida. Un hecho destacable y digno de reconocimiento, sin duda.
Saludos.