Siempre he fantaseado con la existencia de una realidad paralela. Una realidad oculta bajo una intrincada red tejida de normalidad, de cosas nimias, sonidos imperceptibles y olores desagradables pero efímeros. Cosas que están ahí y se mueven en la oscuridad, golpeándose entre sí -and things that go bump in the night- invisibles para el ojo inexperto, pero tan reales y tangibles como un puñetazo en el rostro. Cosas perversas, desinteresadamente amorales, de naturaleza extraña y remota, e intenciones desconocidas. No vemos demonios, pero sentimos su paso en el crujir de la tarima al amanecer, en un sombra furtiva en el callejón, en los golpes acompasados y distantes que provienen de una arboleda cubierta por la niebla crepuscular, en la fetidez y malsana humedad de un sótano olvidado, en el graznar de los chotacabras al volar sobre lápidas bostezantes, y la mirada fija e infinita de los gatos a medianoche. No vemos demonios… los percibimos. Ellos sí nos ven a nosotros.
En fin, cualquiera que haya leído esta introducción, imaginará cuán aficionado es un servidor a la obra de Lovecraft. Nadie como el maestro de Providence para expresar esta pulsión morbosa por lo desconocido. Aparte de su indudable capacidad narrativa, yo personalmente siempre me he sentido muy atraído por los lugares elegidos para situar sus increíbles relatos. Lugares llenos de encanto pero rebosantes de una atmósfera opresiva y lúgubre. Bien es sabido que, la mayoría de los relatos más conocidos de Lovecraft, se sitúan en los parajes y pueblos de Nueva Inglaterra, reales o inventados (como Arkham o Dunwich). Pues bien, hoy os traemos un suplemento para el juego de la llamada de Chtulhu que nos describe una de estas peculiares y ominosas localizaciones lovecraftianas, Kingsport.

Bueno, pues aquí tienen las fotillos de costumbre:

Portada y contraportada para esta edición en rústica de la Factoría.


Comparamos este suplemento con el habitual Manual del Jugador D&D.

En el interior encontramos las típicas ilustraciones de los libros de Chaosium, con la distribución habitual.

Cada descripción de los distritos que conforman Kingsport viene acompañada de un pequeño mapilla.


También encontramos algún que otro esbozo del interior de algún edificio de particular interés.

Y por último, un mapa a doble cara de todo el pueblo en las últimas páginas del suplemento.

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