Ya dijimos en su día que cuando apareciera lo compraríamos inmediatamente… y aquí lo tienen, The Dungeon Alphabet del señor Michael Curtis, autor, entre otras cosas, de Stonehell Dungeon, ya reseñado en la Marca del Este. Al contrario que otros productos de este diseñador, The Dungeon Alphabet ha sido publicado por una de nuestras editoras favoritas, Goodman Games, que ha sacado el libro a un inigualable precio de sólo 9,99 dólares en cartoné. Pero lo mejor del libro lo tenemos dentro, sin duda, pues nos encontramos categorizados a modo de alfabeto las palabras o conceptos más reseñables y prototípicos a la hora de diseñar un dungeon a la vieja usanza, del modo clásico e imperecedero. Pero no queda ahí la cosa, pues cada entrada, es decir, cada palabra de este peculiar alfabeto, viene ilustrada de manera fantástica de la mano de algunas de las luminarias más reseñables del mundillo, artistas de la talla de Erol Otus -que firma también la portada-, Easley, Roslof o Mullen. En fin, una gozada de lectura y un libro visualmente en el cénit del estilo más puramente old school.

Dejemos que unas pocas fotografías hablen más alto y claro que cualquier palabra más que se pueda añadir:

La portada es de Otus y es magnífica.

Quizás deberían haber eliminado la referencia al precio en el lomo del libro. Es innecesaria y estropea el conjunto.

En el interior de la portada, a modo de introducción, nos encontramos con una ilustración a doble página también fabulosa.

Tabla de contenidos.

Introducción a la limón del autor y Zeb Cook.

Otra maravilla de Otus.

El libro es una gozada, qué quieren que les diga. La forma en la que se integra la información y las ilustraciones es magistral.



Cada página es un nuevo placer…


El maestro Easley deja su huella… y de qué manera…



En fin, creo que ha quedado patente la calidad de este libro, que podemos conseguirlo por tan sólo 9,99 dólares, precio que creo tremendamente ajustado para tan precioso y evocador tomo de lo que debe ser el estilo y maneras del old school renaciente y de aquellas maneras primigenias de jugar a rol. Un legado que nos ha hecho ser como somos y que no podemos obviar, dada su vigencia. No lo dejen pasar, es otro de esos clásicos instantáneos de los que en alguna otra ocasión hemos hablado en la Marca.
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