Volviendo al tema del diseño de juegos de rol, especialmente aquel de ciencia ficción que tenemos en mente ya hace su tiempo.
Está claro que este juego estará inspirado en buena parte de la producción literaria más sobresaliente del género, especialmente del subgénero hard sci-fi o ciencia ficción dura. Creemos que para crear un buen juego es necesario, casi imprescindible, leer mucho, mucho de verdad, sobretodo aquellas obras clásicas que descollen sobre el resto, dentro del nicho elegido para desarrollar el juego. Para el caso de la ciencia ficción, entre otros autores, uno de los referentes ineludibles es sin dudarlo Robert A. Heinlein, el prestigioso y a veces cuestionado autor estodounidense, nacido en Butler, Missouri. Como bien saben, Heinlein ganó cuatro prestigiosos premios Hugo, con obras como la Luna es una Cruel Amante, Estrella Doble o Tropas del Espacio. En nuestro caso, de toda su producción literaria, es ésta última novela, Tropas del Espacio (Starship Troopers), nuestra favorita.

A propósito de la novela, muchos hoy asocian este título con la dichosa película de Verhoeven que, inopinadamente, se anunciaba como fiel adaptación de la obra literaria, empleando los personajes originales, los arácnidos, Klendathu y tal. En fin, cualquiera que haya leído la obra original sabrá que una cosa no tiene prácticamente nada que ver con la otra. La película es una soberana memez, alejada eones de Heinlein. Para empezar, no aparecen los trajes motorizados, que son pieza clave en la novela, elemento característico de la infantería móvil, no en balde ésta recibe tal apelativo por el uso de estas armaduras personales que confieren inusitada movilidad a los infantes y una capacidad destructiva sin parangón. Otro de los elementos importantes, como es la inserción en cápsulas individuales que son arrojadas sobre el campo de batalla conteniendo a los infantes en sus trajes motorizados, tampoco aparece en la película. Ver en ésta a los soldados de la infantería móvil saliendo en masa, agrupados, de unas lanzaderas ridículas es otra estupidez, una licencia peregrina de Verhoeven que destroza la novela y el espíritu de ésta. Otros pequeños detalles distancian ambas cosas aún más, como el hecho de que haya mujeres en el campamento de la I.M y la dureza del entrenamiento, que en la novela es excepcional y en la película es una especie de parque de recreo donde chicos y chicas dicharacheros y casquivanos se duchan juntos en pelotas, corretean con un balón y juguetean en sus habitaciones.

No voy a entrar en consideraciones políticas, que con esta novela daría para escribir todo un nuevo post, pero en este aspecto también hay diferencias entre novela y película. Vamos, en definitiva, que no tiene nada que ver lo uno con lo otro. Y bien me podrían decir, como en otras ocasiones, aquello de lo complicado que es hacer adaptaciones, de la diversidad de los formatos cinematográficos y literarios, sus licencias, historias y mandangas… pero no, no cuela, porque en este caso concreto el resultado es aberrante y nada tiene que ver con el canon de Heinlein. Lo que no entiendo es, si no tiene que ver, por qué se empeñan en titular la obra de manera análoga, resaltado su supuesta relación con la novela… ¿será para engañar a los pobres incautos como yo que se tragaron el anzuelo? Lo más franco y honesto hubiera sido titular la película con algo así como Las Emocionantes Aventuras Pastoriles de los Alegres Soldados de la Federación, al menos así nadie se llevaría a error. Pobre Heinlein. En fin, no se preocupen, que nosotros hemos leído su obra, e inspirados por su genio, habrá toques del maestro en nuestro juego.

Cómo se divierten estos muchachos: ¡las alegres duchas de la Infantería Móvil!. Sin comentarios.

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