Nunca me puedo resistir a comprar cosas cuando voy a unas jornadas, siempre con la sana intención de recordarlas por ello, entre otras cosas, claro está. De hecho, en cada artículo que adquiero en uno de estos eventos, anoto escrupulosamente dónde y cuándo compre cada cosa. Una especie de Ex Libris personal que me sirve para mantener sana la memoria y organizar mi cada vez más ingente colección, aunque, su tamaño ya es tal que amenaza con tomar conciencia de sí misma y atacarme un día de estos (sospecho que el gato de mi mujer, que siempre me mira con ojos aviesos, es un agente encubierto que ya trabaja a las ordenes de mis rebeldes libros de rol y los doscientos y pico muñecos a escala). Conspiran en la sombra, los oigo murmullar de madrugada. ¡Malditos!
En fin, como ven, se trata de la magnífica edición patria del conocido Twilight Struggle (Devir), el estupendo juego de tablero de La Guerra de los Mundos, de Ediciones Sombra -que reseñaré pronto- y un Companion Expansion que compré en el mercadillo solidario. Ah, y unos dados de Chessex, que ya saben que son mi debilidad. Ya no sé dónde guardar tanto dado. Tendré que volver a realizar una selección para la mítica bolsa de terciopelo azul Royal Salute. Ya lo dije el otro día: estoy rodeado de viejos recuerdos, tal como esta bolsa azul real, que mantengo a mi vera a pesar de estar ya algo maltrecha.

Pero no olviden que los más preciados recuerdos raramente son materiales, más bien al contrario, y los guardamos muy dentro de nosotros. Son el más valioso tesoro del hombre.
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