Un caballero alegre y audaz
de día y de noche cabalgando va.
Y canta su canción mientras sigue osado
a la busca de ElDorado.

Pero vano fue su esmero
y ya viejo el caballero,
por la sombra el corazón sintió apresado,
al pensar que nunca el día llegaría 
en que hallaría ElDorado.

Sin fuerzas, exhausto
ya pierde su fe.
Pero de repente, una sombra ve.
«¡Sombra!», grita airado
«Dime donde se halla
la tierra llamada ElDorado”.


Montes de luna cruzando, 
a valles de sombra bajando, 
cabalga siempre osado… 
a la busca de ElDorado.

Eldorado, Edgar Allan Poe (1809-1849)

Es una historia vieja, que a su vez es la suma de muchas pequeñas historias, quedas, recogidas y emotivas. Toda historia es sentimiento, aunque pocas merecen ser narradas, y de seguro que las más íntimas menos que ninguna. Al final, como destino del viaje que es vivir, hay diminutas cosas que son grandes para uno. Hacemos y deshacemos sin preveer, ciegos de vivir un momento tras otro porque no trascendemos más allá de creer que hacemos lo correcto. Y muchas veces no es tal, sino todo lo contrario. Pero que más da si somos nosotros mismos, sin dobleces ni artificios. Ya poco importa, pues siempre hemos andado a la busca del Eldorado, por montes de luna cruzando, a valles de sombra bajando, cabalgamos osados, en busca de Eldorado. Y no es esto que respiramos un mero anhelo de la búsqueda finita que es vivir para ver otro día. 
Cuando era crío me gustaba aquella película de Hawks donde un jovencísimo James Caan recitaba fragmentos de este precioso poema crepuscular. Luego aprendí que tan poderosas palabras fueron forjadas por el genio de Poe poco antes de morir. Es singularmente evocador, al punto de perder la cordura como ocurriera con el rebelde Lope de Aguirre. Uno y otro cuenta la misma historia, cruenta y hermosa a la par, pues Eldorado ejemplifica la futilidad de los deseos y el ansia de libertad supeditada a la mortalidad humana. Lo que importa es lo que hagamos entremedias. Es irrelevante lo que desees porque no lo conseguirás, ni nunca serás pleno, sólo trascenderá lo que hagas para cumplir esos deseos que nunca completarás.  
Eldorado es mañana, nada más.
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