Bien sea por azares del destino, llevado de la mano por las
musas o por nuestra férrea voluntad, el caso es que después de mucho sacrificio ya tendremos el texto
redactado. Habrá costado seis meses, un año, dos… pero por fin habremos rubricado la
última palabra. Sin embargo, aún no está terminado. Ni mucho menos. Ha llegado
el momento de dejar las vergüenzas al aire y comenzar con las temibles
correcciones.
Este paso es recomendable realizarlo justo después de tener el
texto terminado y nunca antes -si acaso una revisión muy rápida-, pues de lo
contrario se corre el riesgo de quedar atrapados en el llamado “bloqueo del
escritor”. Este mal se produce cuando se entra en una dinámica de
escribir-corregir-escribir-corregir…, que nos ralentizará constantemente de
nuestro verdadero objetivo: terminar nuestro trabajo. Al corregir antes de
tiempo nos daremos cuenta de que no somos tan buenos como pensábamos, y ante la
frustración de que nuestro trabajo no está quedando como realmente esperábamos,
terminemos por abandonar.
Nunca debemos dejar que eso nos ocurra. Por eso es
importante obviar este paso hasta tener nuestro texto finiquitado.
En la Marca del Este contamos con tres pasos de revisión: la
propia corrección del autor, una corrección externa de estilo y una revisión de
las reglas inmersa en el playtesting.
Así pues, nos disponemos a corregir como autores. Este paso se puede llevar a cabo de
diferentes maneras: leyendo con detenimiento en la pantalla del ordenador, en
voz alta, o imprimiendo el texto y corrigiendo directamente sobre el papel.
Personalmente aconsejo este último método, que es el que utilizamos, pues es el
más cercano a una lectura real. En cualquier caso, todos los métodos de
corrección tienen en común que deben hacerse con detenimiento, estudiando con
cuidado las frases, cazando el error (ortográfico y gramatical), eligiendo la
manera más sencilla y clara de decir las cosas. No nos puede temblar el pulso a
la hora de eliminar palabras, frases, páginas enteras si es necesario. Ya sé
que es una faena tener que despreciar todo aquello que con tanto trabajo hemos
escrito, pero a veces es necesario hacer sacrificios en favor de la
consistencia de nuestra obra, ya sea porque hemos encontrado incongruencias en
nuestro argumento, o porque hemos cambiado de planes sobre la marcha. En esta
campaña se han eliminado tantas escenas que darían para un nuevo suplemento.
Corregir, pasar a limpio a nuestro documento madre, seguir
corrigiendo y así hasta el final. Y cuando hayamos terminado con esta engorrosa
fase, volver a empezar. Sí, no creas que con una pasada ya tendrás un texto
depurado. A menos que seas Hemingway, claro. Por cada nueva lectura que hagas a
tu trabajo, más depurado lo presentarás al final. También te darás cuenta de
que cada vez te resulta más sencillo corregir, ya que hay menos fallos que
solventar, y que tu texto empieza a parecerse mucho a lo que tenías en mente.
Correcciones en colores para diferenciar las distintas pasadas
Pero claro, también hay que saber parar, decir basta, hasta
aquí. Pues no importa las vueltas que le demos a nuestro texto. Siempre, pero
siempre, encontraremos algo que corregir. Incluso cuando el trabajo ya esté
impreso pensarás: “aquí debí haber puesto esto o aquello”. Pero llega un punto en el que hay que asumir que la perfección no existe y es hora de pasar a la
siguiente fase.
La corrección de
estilo
. Normalmente de este punto se encargará alguien con grandes conocimientos
del lenguaje (filólogos, lingüistas, correctores…). En nuestro caso, que no
pasamos de meros aficionados, contamos en la Marca con la colaboración de
Sibisse, nuestra filóloga-correctora-jugadora. No importa las vueltas que le
hayamos dado a nuestro trabajo, que ella siempre nos hará notar fallos
invisibles a nuestros ojos. Encomiable es el trabajo que está realizando con “La
llamada de los dioses”. Terminado su trabajo, aún debe pasar una nueva criba a nivel editorial, con una última revisión a cargo de Jose
Joaquín Rodríguez, que da el último pulido al texto antes de entrar en
maquetación.
Ejemplo de una corrección de estilo
Pero aún con todo, el texto también hay que revisarlo también a otro
nivel. En concreto hablamos de una revisión
del sistema
. Porque claro, estamos hablando de un juego de rol (o de una
campaña en este caso), con reglas, algoritmos y un sistema de progresión. Así
que no basta con un texto depurado, también tiene que estar equilibrado y ser consecuente con las reglas y la ambientación. No pueden existir incongruencias con las cajas
precedentes (roja, azul y verde). El encargado de esta fase es Pedro Gil (Steinkel),
cuya sobrada experiencia en juegos de rol es incuestionable.
En cualquier caso, esta última revisión está muy relacionada
con la fase del playtesting de la campaña, de la que daremos buena cuenta en
una próxima entrada.
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