Ilustración Jaime G. Mendoza/ Diseño gráfico David Lanza
Cuando acometes la aventura de empezar una historia, ya sea
mediante un cuento, una novela, una película, un juego, mucho más allá de los
personajes, las tramas argumentales y las sorpresas aparece una pregunta a la
que es fundamental contestar: ¿qué tono tendrá tu historia? ¿dentro de qué
parámetros se moverá? ¿cómo se acomodará dentro de un género, de un estilo o
cómo rozará los bordes hasta hacerlos visibles y revertirlos? A veces esas
preguntas no se plantean en voz alta, no se planifican, pero de alguna manera u
otra siempre se responden, porque el juego de la ficción es un juego con las
expectativas de quienes van a recibir tu obra. Hasta qué punto vas a cumplir o
a romper esas expectativas para no traicionar a tu público pero tampoco
aburrirlo es una decisión crucial.
Desde nuestro inicio, el estilo de La Marca del Este se podría definir como
“fantasía realista”. No queremos renunciar a los dragones, a la magia, a los
seres nacidos de las entrañas de la tierra, pero tampoco queremos renunciar al
detalle minucioso, al dibujo, a la descripción que nos llena los sentidos y que
se aleja de la estilización de la alta fantasía o del esquematismo del “old
school”. Para nosotros ese estilo tiene nombre y apellidos: Antonio J.
Manzanedo. Por eso no podíamos pensar en otro nombre para el Juego de Mesa de
La Marca del Este. No podíamos pensar en otro estilo. Todo nuestro diseño
habría de encajar con el sello de este grande, con su sensibilidad, con su mimo
por el detalle, con la carne hecha dibujo que cobra vida gracias a su arte.
Después apareció otra decisión crucial, una decisión también de estilo: qué
hacemos con las cartas de magia. Y aquí tuvimos que saber diferenciar entre lo
que es “realista” y lo que es, simplemente “real”. Para Roland Barthes, el
escritor alcanzaba el grado cero cuando no copiaba la forma que debía tener la
realidad a través de la convención del realismo, sino que introducía en sus
novelas los elementos (ese molesto sonido, esa jarra de agua sobre la mesa, esa
lata de atún que había sobrado de la cena) sacados de la vida misma, de la
realidad, otorgándole a la escritura una función “documental”, de testigo, de
“haber estado allí”, y rasgando el fino velo que separa la ficción de la
realidad.
Para nosotros las cartas de magia también tenían que rasgar ese velo. No
quisimos mantener el mismo estilo realista, sino emular la realidad. ¿Cómo
sería un hechizo que encontrara un personaje de La Marca del Este en el mundo
de La Marca del Este? ¿Cómo sería el papel del códice? ¿Cómo sería el dibujo?
La magia no es un tema baladí, la magia tiene un gran poder, la magia tiene la
capacidad de conjurar lo que no existe y transformar lo que sí. Y ello lo
consigue mediante una enorme carga simbólica. Los colores, las formas, la
posición de las manos… todo es relevante. No basta con hacer un dibujo bonito,
hay que crear un símbolo que sea capaz de modificar la realidad. Por lo tanto
esa realidad de la magia sólo podía ser alcanzada por alguien que se hubiera
dejado las pestañas estudiando códices antiguos, y ese alguien es Jaime García
Mendoza.
Imaginen que en un mundo totalmente realista encontraran unas cartas del tarot.
Esas cartas del tarot, para poder responder a ese código realista, no estarán
hechas con fotografías realistas, sino que probablemente seguirán el estilo
esquemático y profundo del tarot de Marsella o, en todo caso, el más oscuro y
sutil de Aleister Crowley. Los símbolos de la magia siempre responderán a un
código que tiene que ver más con la geometría sagrada que con una imagen
realista del mundo. Las líneas curvas no pueden ser rectas, los rojos no pueden
ser naranjas, los dedos no pueden sujetar otra cosa más la que están sujetando.
La magia es así, tiene su propio código, aún dentro del más realista de los
mundos.
Dicho esto entendemos que los dibujos de las cartas de magia hayan chocado a
una parte de nuestros jugadores. Entendemos, como algunos de ustedes comentaban, que tenemos que hacer un esfuerzo
mayor por integrar elementos fantásticos del mundo de la Marca del Este en los
dibujos y Jaime ya se ha comprometido a hacerlo. Pero también entendemos que la
magia sigue sus propias leyes y se transmite según sus propios símbolos, que en
los códices y grimorios encontrados en el mundo de la Marca del Este jamás nos
encontraremos un dibujo realista, sino algo simbólico, donde cada línea y cada
color tiene un significado. Y queremos que nuestros jugadores sientan
precisamente eso, que sostienen entre sus manos un trocito de un códice, no
realista, sino real,  el que
magistralmente ha diseñado David Lanza e ilustrado Jaime García Mendoza, y que tendrán
que usarlo con sabiduría porque la magia sigue sus propias reglas, porque la
magia siempre tiene un precio, porque la magia da forma a la mente humana desde
su sencillez, su intensidad, su lenguaje.
Sibisse Rodríguez


Ilustración Jaime G. Mendoza/ Diseño gráfico David Lanza

Ilustración Jaime G. Mendoza/ Diseño gráfico David Lanza

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