Por Sibisse Rodríguez. 
Si tuviera que descubrir Asturias con una sola
palabra, esa palabra sería “hospitalidad”. Es una hospitalidad tan natural, tan
dada por hecho, que una se acostumbra y tiende a considerarlo algo normal, algo
extendido al resto del mundo. Una llega incluso a esperarla, a enfadarse cuando
no la encuentra, a no agradecerla demasiado porque ­—claro está— todo el mundo
debería hacerlo, de la misma manera que uno dice “por favor”, “gracias” y no
eructa demasiado fuerte. Ya sabéis, las normas básicas de educación.
Dicen que viajar, que estar lejos de casa,
abre tu mente, rompe tus prejuicios, te hace más sabia y más tolerante. Sin
embargo, tampoco es menos cierto que, cuando llevas un tiempo lejos de algo, en
tu mente se forma (como el cristal de nieve que decía aquel escritor francés
del que nunca recuerdo el nombre) una imagen idílica que no se corresponde del
todo con la realidad de la que solías quejarte. 
Reconozco que tuve que hacer un hueco a dentelladas para poder subir al Norte. Nuestra semana y pico de vacaciones
compartidas se tuvieron que transformar en un día y medio a duras penas, sola y
atragantada de cosas que hacer. Si fui es porque La Semana Negra me parecía el
entorno preciso para presentar una obra tan de género negro como es Hardboiled.
Me esperaba entonces estar sola, presentarlo sola, volver sola y la verdad es
que me apetecía sólo regular.
Pero si algo no estuve en ese viaje fue sola. Natalia,
una vieja amiga y excelente correctora y crítica de libros (a las pruebas me remito)
no solo me abrió las puertas de su casa, sino que me fue a recoger y a llevar a
la estación, me acompañó a la Semana Negra (en la que está haciendo un trabajo
excelente), y me devolvió a casa con una sensación de “hogar” en el corazón y
una sonrisa en la boca. También he de decir que fui bien alimentada por amigos
y parientes (no, tampoco es un tópico decir que en Asturias se come bien) y que
me reconcilié con esos cielos plomizos de verano, con el orbayo, con ese verano
tan poco verano que tienen en el norte.
Natalia, además de ser la anfitriona perfecta
(de esas que no preparan su casa como si fuera un museo, sino que te admiten en
su vida como si siempre hubieras formado parte de ella), me presentó a dos
escritores que desempeñarían un papel fundamental en la presentación de
Hardboiled: GuillermoV. Estiballes y RománSanz Mouta. Ellos coincidieron con Natalia en el taller de escritura de la
Semana Negra y volvían allí a presentar sendas novelas: Imagina que eres Dios (que me devoré en mi viaje al sur) e Intrusión (que no tuve oportunidad de
leer, pero no me cabe duda de que es excelente). Se cruzaron en mi camino como
un par de ángeles oscuros y roleros, ambos jugadores y directores de juego, que quedaron
impresionados de la calidad de Hardboiled y de las posibilidades que ofrecía.
Guillermo pudo leerse gran parte del manual la noche antes de la presentación y
tanto él como Román me acompañaron a la mesa para la presentación del juego.
Vamos a intentar convencerlos de que escriban alguna aventura, porque la
calidad estaría asegurada.

Entre el público algún jugador de rol y algunos casuales que se acercaban a ese mundo por primera vez, y tanto unos como otros demostraron mucho interés por el juego y especialmente por la aventura Cloroformo. También se interesaron por el grupo de La Marca del Este y por nuestros proyectos presentes y futuros. Fue una charla amena, en la que me sentí arropada tanto por Guillermo y Román como por el público. 
Pude también intercambiar algunas palabras con Ángel de la Calle que, aunque está muy ocupado con toda la organización, pudo hacer un hueco para charlar de Hardboiled y de futuras intervenciones en la Semana Negra. 
Así que mi día y medio no pudo estar mejor empleado. El año que viene nos veremos. Quiera dios o no.

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