No puedo evitar sentirme abrumado por la cantidad de muestras de apoyo recibidas de todos los rincones de este país y más allá. Soy incapaz de responder, como se merecen y es mi costumbre, pues ello, nuevamente me supera, y precisaría una fuerza que hoy, como se imaginarán, no me sobra en demasía. 
En honor a todas las cálidas muestras de afecto, palabras amables y propuestas de ayuda, no puedo más que sentirme tremendamente conmovido, hasta el llanto, y no me duelen prendas en reconocerlo.
Queremos, y así lo deseo yo muy particularmente, desligarnos de cualquier decisión al respecto. A nivel personal y como miembros de la Marca del Este, en lo que toca a dichas propuestas y cómo se gestionen u organicen. Comprenderán que, de alguna forma, cierta conciencia muy personal, un prurito de amor propio y obstinación, de vergüenza, por qué no decirlo, me obligan a mirar a otro lado y centrarme en lo verdaderamente acuciante para mí, que no es otra cosa que mi familia más cercana, entre los que incluyo a mis fieles y queridos hermanos de la Marca. Por supuesto también mi empresa, a la que he dedicado toda mi vida y que es, a día de hoy, lo que da de comer a mis hijos. El tiempo y nuestro esfuerzo determinarán el resultado, pero haré lo que esté en mi mano para levantarme de nuevo y volver a caminar con la cabeza alta y mirando de cara al futuro que la suerte me depare. Siempre lo hemos hecho, por nuestros humildes medios y sin pedir nada a nadie, esperanzados, jubilosos e ilusionados, a pesar de abatirse sobre nuestros triviales empeños terribles calamidades, terremotos e inundaciones. No sé qué será lo próximo… pero aquí estaremos: como una roca en el mar. 
Por todo ello, en nuestro fuero interno, algo nos impide aceptar sin más tanta gratitud. Así pues, me gustaría dejar claro ahora que, con todo nuestro respeto, no podemos aceptar ningún tipo de donación, es decir, dinero a cambio de nada. La tremenda humanidad demostrada por algunas iniciativas particulares y editoriales nos reconforta más allá de lo imaginable, pero si cabe, mucho más todos los mensajes de ánimo, que nos han llegado al alma, especialmente a mí. El sincero aliento humano es el mejor bálsamo para un espíritu abatido y un cuerpo maltrecho y angostado por el cansancio. Trabajaremos con más ahínco si cabe para devolver, de alguna forma y manera, siempre que la aciaga Providencia así nos lo tolere, todo lo que llegue hasta nosotros, provenga de editoras o particulares. Y empeño mi palabra en ello.
Tesoros ha desaparecido, no podemos recuperar nada y todavía está por decidir qué haremos con ella. No tenemos recursos y en estos momentos no puedo pensar con claridad.
A tal efecto, queremos nombrar a una persona de confianza -ajena a la Marca tal cual asociación constituida legalmente- como nuestro representante para estos menesteres, con plenos poderes de decisión. Hacemos tal cosa para quedar a un lado discretamente y poder centrarnos así en los problemas acuciantes que hoy embargan nuestras vidas. Esta persona es Pablo Ruiz Múzquiz (amigo de la familia y responsable, con Ángela Rivera del Códex de la Marca, junto a nuestro hermano también José Valverde) y su email de contacto es pablo@elenya.net. Espero sepan entender esta decisión, pero es la única manera con la que nos sentimos cómodos.
Es nuestro deseo proseguir, avanzar y terminar lo que empezamos hace tres años. Nos hemos conjurado con el firme propósito de perdurar sobre desdichas y catastrofes, sacando fuerzas de flaqueza para alzarnos sobre nuestros pies y aguardar el siguiente golpe, endurecidos entremedias y algo más viejos y fatigados.
Me cuesta escribir como me cuesta hoy vivir, pero no tengo más remedio. No sería justo abandonar este pequeño rincón nuestro, aunque sólo aparente gota en un océano. Es nuestra ilusión. Sea dicha ilusión de ayer un pensamiento hoy, y éstos se tornen en actos mañana. Y esos mismos actos forjen nuestro carácter, ¿y no es el carácter lo que nos define como personas? Por ello, hoy nos levantamos de nuevo y decimos: ya lanzaste dos terremotos contra nosotros, y ahora una devastadora riada… bien, pues aquí seguimos, como una puta roca en el mar, ¿es todo lo que tienes?
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